martes, febrero 27, 2007

DIDO Y ENEAS (XV).- La reina Dido arriba al puerto de Rodas.



- Señora Imilce, ¿te acuerdas de aquel temporal que nos sorprendió tres días después de abandonar Chipre? – pregunta Kostas, levantando la vista y mirado el mar de la tarde – Debes recordarlo, porque fue muy poco antes de llegar aquí y tú ya tendrías seis o siete años.

- Todo el mundo sabe el malhumor que se le pone al dios Neptuno de vez en cuando y la poca disciplina de Eolo, quien saca sus vientos a pasear cuando se le antoja. ¡Y no por ello vamos a pasar toda la historia de la reina Dido hablando de tormentas! – respondo irritada. Kostas calla y retoma el trenzado de una cuerda fina en la que está trabajando. Le resulta difícil tener las manos quietas.



Estamos en un extremo de la playa, sentados sobre unas rocas y con los pies metidos dentro del agua. Muevo los míos y observo de qué manera absurda se ven, como si se hubieran separado de mis piernas y hubieran dejado de pertenecerme para convertirse en unos peces gordos y deformes. Nada que ver con el reflejo de la ninfa Sao y sus cabellos como hilos de oro. El poeta Trailo nos ha vuelto a dejar impresionados con la belleza de su relato.

- ¿Es cierto que debes ausentarte, señor Trailo? – le pregunta Karo, tras unos momentos durante los cuales sólo se oía el vaivén del mar y los gritos de los pájaros.

- Así es, pero tengo intención de regresar muy pronto.

- No debes apresurarte en absoluto – salto yo de inmediato, aunque acompaño esta afirmación con mi mejor sonrisa – ¡Teniendo en cuenta que Eneas se pasó siete años vagando por el mar, carece de importancia que tú mismo te retrases unos meses! Mientras, estudiaré en qué partes de mi historia puedo insertar tus relatos.

Cuando comienza a oscurecer regresamos al interior de la ciudad. El poeta troyano se ha adelantado, así que me encamino a casa con Karo y Kostas, cada uno a un lado. He sido brusca y grosera con el cordelero, un hombre cuya memoria me está ayudando mucho. Trato de repararlo.

- ¿Cómo hubiera podido olvidar la tormenta de la que hablabas antes, Kostas? – digo en tono conciliador. – Barce decía que en esa ocasión Acus, en calidad de Jefe de la Expedición, le echó la mayor bronca que ella hubiera oído en su vida a Gabriel, el vigía de la nave de Dido. Barce lo tenía calado y más de una vez le había reprochado que mirase más a la reina que al mar y al horizonte, como debía. Era un chiquillo. Y al parecer, solía distraerse cuando en cubierta paseaba la reina. En aquella ocasión, advirtió la formación de densos nubarrones sobre las montañas de la costa, pero no vio algunas rocas que asomaban sus puntas afiladas fuera del agua… Fue necesaria toda la pericia del timonel Almícar, y era mucha, para salvar aquellos escollos…

Kostas afirma con la cabeza. También él recuerda a Gabriel. ¡Menuda pieza! Aunque luego se convirtió en un marinero muy capaz… El poeta troyano me ha hecho pensar en la enorme cantidad de cosas que ignoramos unos de otros, salvo que nos conozcamos desde niños. Barce, refiriéndose a los desconocidos que, de pronto, irrumpían en nuestras vidas, solía decir que era necesario saber en qué platos habían comido y en qué fuentes habían bebido para entender lo que comían y bebían ahora. Y tenía toda la razón. ¡Cuánto mejor entiendo a nuestro Náufrago sabiendo que en el pasado había estado enamorado de una ninfa!

- ¿Te has percatado, señora Imilce, de cómo te copia el poeta? – dice Karo, sin venir a cuento, mientras subimos la cuesta que él sabe muy bien que me corta la respiración. Me paro y resoplo. Le voy a echar una mirada asesina pero me encuentro con sus ojos relucientes de inocencia – Tú tienes tu propia forma de contar las cosas, señora Imilce, y a mí me gusta. Y a Trailo también. La escena entre Ascanio y la princesa Nausícaa la ha compuesto a imitación de las tuyas. Te habrás dado cuenta, ¿no?

- Desde luego que lo he notado – le miento. O sea, que encima el troyano se está metiendo en mi propio terreno…

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El cielo aún tiene tintes rosados cuando en la cubierta de la nave de Dido empiezan a asearse las mujeres. Suben el agua marina con cubos y cuerdas. Sujetándolo cada una de un extremo, Barce y Ula extienden un trozo de lienzo a modo de biombo para ocultar a las miradas de los hombres la desnudez de la reina mientras Diana le arroja por encima cubos de agua. Dido es siempre la primera en lavarse y luego ayuda a las demás, que lo hacen por turnos. Es un momento alegre, con frecuencia acompañado de gritos y juegos cuando les toca a las más jóvenes. A veces, Anna se empeña en lavarse con su gato en brazos. Sirio se resiste, lanza maullidos quejumbrosos y sale disparado como una flecha aún antes de tocar el suelo.


Luego se sientan y comen galletas y tortas secas acompañadas de sorbitos de agua. Llevan ya muchos meses recorriendo las costas, alejándose cada vez más de Tiro. Han procurado abastecerse en playas solitarias, lejos de los puertos fenicios en los que Pigmalíón hubiera podido hacerlos detener. Se hallan ahora más al norte, en un área de influencia griega. Ese es uno de los problemas. Aunque los reciben bien en las ciudades a las que han arribado, sus dirigentes les hacen comprender que no hay sitio para su nueva ciudad. Entonces, ¿dónde, en qué tierra podrían instalarse? Durante su última parada, les han dado una idea: recurrir al cartógrafo Igres. Él conoce las costas como nadie y es quien les puede aconsejar mejor. Van en su busca a la isla de Rodas en cuyo litoral, según les dijeron, estaba trabajando hace unos meses. Probablemente llegarán al puerto de Rodas antes de media mañana.

- Morgana – dice Ula a la maga, sentada a su lado – deberías echar tus tabas y averiguar si falta mucho para que aparezca el cartógrafo. Ya me estoy cansando…

- Y para saber si es guapo y joven – añade Anna con una risita.

- No os rías de mi arte, niñas – responde Morgana de buen humor –. Algún día os hará falta. En su momento, predije que el matrimonio de la reina Dido no sería largo – añade bajando la voz. Sin embargo, la reina la ha oído.

- ¿No te dijeron tus tabas cuánto amaría a mi marido? – pregunta entonces Dido – Deseé que fuera mi esposo desde el mismo momento en que lo vi. Vosotras, las más jóvenes, no sabéis esto: ocurre, a veces, que el pecho se inflama de un ardor tan intenso como el fuego y quema. De nada sirve tratar de apagarlo. Únicamente lo puede calmar aquel que lo provoca, y es como verter aceite a una llama ardiendo: aún la enciende más. Eso me ocurrió con Siqueo.

Las palabras de Dido han hecho enmudecer a las mujeres. Tras la huida de Tiro y una vez pasado el peligro inmediato, a la reina se la vio entristecida. Diana era su confidente y pasaba muchas horas a su lado, charlando con ella. De noche, Barce se acostaba a su lado y la oía gemir. A veces le deslizaba el brazo por el hombro o por la cintura, para que la reina supiera que ella estaba allí. Pero no hay nada en el mundo capaz de suplir a un esposo cuando se le ama. Y ambas, reina y nodriza, no olvidaban con cuánto amor y sacrificio la había correspondido Siqueo.

- ¡Llegamos a pueeeeeeerto…! – grita excitado el vigía Gabriel. Y todo el mundo se ríe. No hace falta armar tanto alboroto por algo tan evidente.

- Mi reina – dice Acus acercándose a ella – ¿Enviamos una pequeña embajada en una barca y esperamos a tener respuesta para entrar en la rada?

- Creo que no, querido amigo. Es un gran puerto, bien provisto y despejado. Y hay amarrados muchos mercantes. No hay signos de peligro. Acerquémonos. ¡No sabes cuánto deseo pisar tierra!




Las mujeres se congregan en la proa para observar la ciudad encaramada sobre un pequeño promontorio, coronado por frescos pinos contra el azul del cielo. Hasta su nave llegan los olores de la comida caliente de las tabernas del puerto, el aroma de la leña al quemarse y del pescado fresco. Se percibe mucha actividad.

Y, de pronto, desde la esquina de una de las calles que desemboca en la explanada del puerto, llega corriendo un hombre desnudo y, a continuación, dos más que corren con idéntica urgencia. Tras ellos viene una muchedumbre gritando y tirando piedras. La nave de Dido acaba de arrimar su costado al entablado del muelle. Y el hombre desnudo, dando un gran salto, se encarama a ella entre el rugir del público. Los otros dos se arrojan al agua mientras llueven piedras sobre la nave. Las mujeres se echan atrás, la multitud agita los brazos y alza puños amenazantes. Algunos parecen dispuestos al abordaje.


*Detalle de escultura de bronce. Museo Massimo alle Terme.

** Otranto. Foto de Emilio Gañán

***Relieve. Museo Massimo alle Terme

****Amanecer en Roma desde el Ponte Garibaldi

*****Detalle del Trono Ludovisi. Nacimiento de Venus. Museo Altemps

******Detalle de busto de un adolescente. Museo Massimo alle Terme

*******El Tíber desde Ponte Sant'Angelo.

********Detalle de mosaico. Museo Massimo alle Terme.

NOTA: Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. Para facilitar la comprensión de cada post, se incluye la lista por orden alfabético de personajes. A continuación, entre paréntesis, están los nombres de los amigos bloggeros.

  • ACATES, amigo del alma de Eneas. (Eggy)
  • ACUS, hijo mayor del príncipe del Senado y Jefe de la expedición de Dido. (Acus)
  • AEMILIUS, director de las obras de la muralla de Cartago. (Unjubilado)
  • AMILCAR, timonel de la nave de Dido. (Edem)
  • AMNERIS, la tejedora. (Paula)
  • ANARKASIS, actor. (Anarkasis)
  • ANNA, hermana de la reina Dido. (Bethania)
  • ANQUISES, padre de Eneas. (Juan)
  • ASCANIO, hijo de Eneas. (Ferípula)
  • BARCE, nodriza de Siqueo, doncella y confidente de Dido. (Leodegundia)
  • CAIUS PERTINAX, un hombre de negocios. (Joaquín)
  • CALIBÁN, un personaje enigmático. (Gonzalo)
  • CARMINIS, pintora de éxito. (Carmen)
  • CIRENE, la viajera troyana, madre del poeta Trailo. (Lady Read)
  • CLAUDIO APOLLIONI , esclavo y pedagogo. (Juanmb)
  • CLOANTO, un troyano. (Rafael p.q.)
  • COPA DE ORO del padre de la reina Dido. (Tony)
  • CRISEA, una vestal. (Krisish)
  • CUPIDO , dios del amor, hijo de la diosa Venus y hermano de Eneas. (Lady Ice)
  • DADA, un personaje de oriente. (Ixchel)
  • DIANA, esposa de Acus y amiga de Dido. (Claullitriche)
  • DINCER, una bailarina oriental. (Ximena)
  • DEMETRIUS PEDER, un escultor griego. (Pru)
  • EL TIEMPO, el viento y el agua. (Manuel)
  • EOLO, dios de los vientos. (Gloria de Un cajón revuelto)
  • ESPÍRITU invisible, protector de la nave de Dido. (Cieloazzul)
  • FILÓN, un filósofo cínico. (Gregorio Luri)
  • GABRIEL, vigía de navío de la reina Dido.(Iralow)
  • ICARUS, lugarteniente y consejero de Eneas. (Javier)
  • IGRES, Un cartógrafo mestizo. (Sergi Bellver)
  • IRIS, mensajera de los dioses. (Fortunata)
  • ISKIAS , amazona, guardaespaldas de Dido y Anna. (Lady Zurikat)
  • JACINTA, artesana de vasijas de arcilla. (Ontokita)
  • JEFA DE COCINA del palacio de la reina Dido en Cartago. (Charo Marco)
  • JUNO, diosa esposa de Júpiter y protectora de Dido.(Gabu)
    KARO, escribiente de la señora Imilce. (Antonio Portela)
  • KOSTAS, cordelero amigo de Imilce. (Kostas h.)
  • MERCURIO, mensajero de los dioses. (Marelyt)
  • MOOK, perro de la reina Dido. (Movie)
  • MORGANA, una hechicera siria. (Morgana)
  • NÁUFRAGO, náufrago enamoradizo. (Tinta del corazón)
  • NAUSICAA, hija del rey de los feacios. (Nausicaa)
  • NEOPTOLEMO, hijo de Aquiles. (Aquiles)
  • NEPTUNO, dios de los mares. ( Antonia Romero)
  • NISMACIL, guerrera oriental. (Aurefaire)
  • PALEMON, comerciante griego con productos de oriente. (Adrià Urpì)
  • PALINURO, piloto de la nave de Eneas. (Luis Rivera)
  • PAREPIDEMOS SAMOSATENSE, peregrino. (Charles de Batz)
  • PITONISA de un oráculo. (Badanita)
  • PRINCIPE DEL SENADO, Jefe del Senado de Tiro y luego de Cartago. (Angelusa)
  • SALMA, Esclava oriental. (Gloria de Ojos de miel)
  • SAO, una ninfa. (Irene)
  • SEÑORA IMILCE, impulsora, narradora y corazón de esta historia. (Almena)
  • SERVULO, joven esclavo, copero de la reina Dido. (Felipe Servulo)
  • SIQUEO , sacerdote de Melqart y esposo de Dido. (Pedro (glup))
  • SIRIO, gato de Anna. (Sirio)
  • TEANO, matemática muy reputada. (Miriam g.)
  • TRAILO, poeta troyano e hijo de Cirene la viajera, narrador de parte de esta historia. (Grimalkin el bardo)
  • ULA, amiga de Dido. (Ula)
  • UN ARBOL un tanto especial. (Goathemala)
    UN CANGREJO en cualquier playa. (Cangrejo sedentario)
  • UN GRAN MATORRALaromático a la entrada de una cueva. (Rosa Silverio)
  • UN MALO, malísimo. (El hippie viejo)
  • UTYKE, sobrina del sacerdote de Hércules. (Nina)
  • VENUS, diosa del amor, madre de Cupido y Eneas. (Elisa de Cremona)
  • XILÓN, maestro griego, cronista de la familia de la reina Dido. (Fernando Sarriá)
  • YARBAS, rey pretendiente de Dido. (Kurtz)
  • ZOE, prostituta con vocación de libertad. (Zoe favole)


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  • viernes, febrero 23, 2007

    DIDO Y ENEAS (XIV).- Vuelta al mar.



    Cuando la Aurora se presentó para anunciar la llegada del día, encontró en plena actividad la playa. Se necesitaba madera para reparar las naves y tallar nuevos remos. Habían salido ya los cazadores, las hachas se preparaban para abatir los árboles y, formando corros, hombres, mujeres y niños remendaban velas y redes. La tarde anterior, Iskias, cargándolo sobre su hombro, había llevado al Náufrago herido hasta el campamento. Lo tumbaron cerca del fuego, le extrajeron la punta de la flecha, cauterizaron la herida con un hierro al rojo vivo y le dieron a beber una infusión de hierbas curativas.

    Escuálido, con las ropas desgarradas y cierta torpeza al hablar, de no ser por la barba enmarañada hubiera parecido un niño. Cirene había pasado la noche cerca de él, vigilando su sueño, y al amanecer trajo agua del arroyuelo y lo aseó. También acudió a su lado Ascanio. Él sólo había querido ver con sus propios ojos a la ninfa Sao, y sentía pesar por lo ocurrido.


    Atraídos por la curiosidad, muchos se acercaron a verlo. Varios lo reconocieron: era el troyano Persias y había luchado con ellos hasta el final. Debió unirse a alguno de los grupos que, como ellos, consiguieron huir. Al despertar el herido, Cirene le sonrió y lo llamó por su nombre. Él hizo un gesto de rechazo.

    Me llamo Náufrago, ya te lo dije – respondió.

    Iba a replicar Cirene, cuando se produjo un alboroto. Un grupo de soldados armados con escudos, lanzas y espadas, y unos cuantos arqueros, se presentaron en la playa procedentes del bosque. Eneas alzó ambos brazos, dando a entender que no llevaba armas, y se acercó a ellos. Los trabajos se detuvieron en el campamento y la playa quedó sumida en un profundo silencio. Después de intercambiar unas palabras con quien parecía el jefe de los soldados, Eneas se volvió hacia los suyos.

    - Cirene, coge a mi hijo y ven conmigo. Acates, Palinuro, venid también. Y tú, Icarus, quedas a cargo de todo. Acelera cuanto puedas la reparación de las naves y el acopio de víveres y agua, por si hemos de partir de inmediato. Estamos en las tierras del rey de los feacios. No parecen hostiles, pero no podré asegurarlo hasta hablar con él.

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    - ¡Nausícaa, Nausícaaaaa …!

    - Entonces, ¿conocías al Náufrago? – preguntó Ascanio a una niña de edad parecida a la suya aunque más alta que él. Llevaba el cabello recogido en dos trenzas, anudado en la parte superior de la cabeza y prendido con unas flores blancas. Tenía la tez morena y los ojos grandes. – ¿Y conoces también a la ninfa?


    - Nunca la he visto. Pero le he llevado ofrendas muchas veces. Casi siempre hojas y flores. Como éstas – dijo la niña señalando su propia cabeza.

    - ¡Nausícaaaaa…! – siguió sonando su nombre a través del jardín del palacio.

    - Vuelve locos a los hombres. Por ser tan bella – prosiguió Nausícaa sin responder a la llamada. – Aquí nadie se acerca a su estanque.

    - ¿Y tú sí? – preguntó con admiración Ascanio.

    - Yo no tengo miedo. Ni de las divinidades ni de los hombres – y muy dignamente, se levantó del tronco donde estaban sentados y cogió de la mano a Ascanio para entrar juntos en el palacio de su padre.

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    El rey de los feacios era una persona piadosa y compasiva y, conociendo la destrucción de Troya por boca del propio Eneas, se brindó a socorrerlo. Acogió al anciano Anquises en su palacio para que gozase de comodidad y durante varios días sus hombres ayudaron a los troyanos a reparar las naves y les facilitaron herramientas, toneles para el agua y cuanto necesitaban para su travesía.

    Durante ese tiempo, el Náufrago se fue recuperando. La herida no era grave y el contacto con seres humanos suavizó su aspereza de los primeros días. Le contó a Cirene que viajaba en una nave con algunos de sus parientes y, por las noches, antes de ser vencido por el sueño solía mirar la luna reflejada en el mar. Había una muchacha en Troya con la que hubiera deseado casarse y seguramente habría muerto en el asalto a la ciudad. Sentía una gran tristeza. Una noche llamó su atención un brillo inusual en el agua y, al fijarse, vio muy cerca de la superficie un rostro impreciso pero muy hermoso: unos ojos color de esmeralda, una tenue sonrisa y cabellos largos y relucientes como hilos de oro que oscilaban y cambiaban sus contornos con el movimiento de las ondas. Durante varias noches seguidas no pudo dejar de mirar a esa criatura hasta que al fin, cuando estaban navegando frente a estas costas, tendió hacia él sus manos y muy lentamente le hizo gestos para que la siguiera. Y él, sin dudarlo, se arrojó al mar.

    Supo luego por los habitantes de este lugar, que la ninfa Sao moraba en el manantial y tenía por costumbre salir al mar a buscar amantes. Desde entonces se quedó en el bosquecillo de alisos y sobrevivió alimentándose de hierbas y raíces. No podía alejarse de ella, necesitaba verla de nuevo y escuchar su voz. Algunas noches se metía en el estanque para tratar de sentirla a su lado. Pero ella sólo se dejaba ver de vez en cuando, y por un breve instante. Y fue precisamente un destello dorado en el agua lo que le llevó a precipitarse hacia el manantial la tarde que Iskias lo hirió.
    Cirene se dio cuenta de que el Náufrago miraba cada vez más a Iskias. No estaba enojado con ella ni le reprochaba el haberlo atacado. La observaba limpiar y afilar sus flechas, tensar la cuerda de su arco y caminar con paso elástico hacia el bosque. Cada vez que ella agitaba su larguísimo cabello o se lo peinaba, el Náufrago sonreía como un niño. Una vez, creyendo no ser visto, acarició las ropas de la amazona que se estaban secando junto al fuego.

    - Creo que el Náufrago va a cambiar la ninfa marina por otra de carne y hueso – dijo riéndose un día Icarus, mientras se decidía en qué nave le harían un hueco para llevarlo consigo. Sería en la de Eneas.

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    Apenas estuvo todo preparado, Eneas decidió partir y ofreció al rey un banquete en la playa. Ardieron los fuegos por la tarde, comieron en abundancia y se estrecharon vínculos de amistad entre feacios y troyanos. A éstos les aguardaba un largo viaje hasta las costas del Lacio y numerosas penalidades y peligros. Aunque entonces todos lo ignoraban, también al griego Odiseo lo arrojarían las olas aquí y sería Nausícaa, la hija del rey que no temía a nadie, la primera en socorrerlo.

    Con el amanecer se echaron las naves al agua y al cabo de unas horas quedó la playa desierta. El mar estaba calmo y azul, un suave viento hinchaba las velas y saltaban peces plateados alrededor de las embarcaciones. La amazona Iskias y Cirene iban sentadas a popa con los ojos cerrados y los rostros levantados en dirección al sol. Gozaban de un rato de inactividad, después de tantos días de trabajo. Habían hablado mucho, en ese tiempo, de sus vidas y también del Náufrago. Un hombre extraño. No le habían permitido acercarse al manantial y, pese a que había opuesto alguna resistencia, había embarcarlo con ellas. De pronto, el suave chapoteo de los remos quedó oculto por un ruido mayor y el agua les salpicó la cara y el cuerpo.

    - ¡Hombre al agua! – gritaron varios remeros.

    El Náufrago emergió sobre las olas y, al instante siguiente, Iskias se lanzó trás él.


    * y **Detalles de relieves. Museo de las Termas de Diocleciano.
    ***, ***** y *******Ribera del Tíber.
    ****Escultura de una niña. Museos Capitolinos.
    ******Relieve masculino. Museo de las Termas de Diocleciano.
    ********Detalle de escultura femenina. Museos Capitolinos.
    *********Olocau. Valencia

    NOTA: Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. Para facilitar la comprensión de cada post, se incluye la lista por orden alfabético de personajes. A continuación, entre paréntesis, están los nombres de los amigos bloggeros.
    ACATES, amigo del alma de Eneas. (Eggy)
    ACUS, hijo mayor del príncipe del Senado y Jefe de la expedición de Dido. (Acus)
    AEMILIUS, director de las obras de la muralla de Cartago. (Unjubilado)
    AMILCAR, timonel de la nave de Dido. (Edem)
    AMNERIS, la tejedora. (Paula)
    ANARKASIS, actor. (Anarkasis)
    ANNA, hermana de la reina Dido. (Bethania)
    ANQUISES, padre de Eneas. (Juan)
    ASCANIO, hijo de Eneas. (Ferípula)
    BARCE, nodriza de Siqueo, doncella y confidente de Dido. (Leodegundia)
    CAIUS PERTINAX, un hombre de negocios. (Joaquín)
    CALIBÁN, un personaje enigmático. (Gonzalo)
    CARMINIS, pintora de éxito. (Carmen)
    CIRENE, la viajera troyana, madre del poeta Trailo. (Lady Read)
    CLAUDIO APOLLIONI , esclavo y pedagogo. (Juanmb)
    CLOANTO, un troyano. (Rafael p.q.)
    COPA DE ORO del padre de la reina Dido. (Tony)
    CRISEA, una vestal. (Krisish)
    CUPIDO , dios del amor, hijo de la diosa Venus y hermano de Eneas. (Lady Ice)
    DADA, un personaje de oriente. (Ixchel)
    DIANA, esposa de Acus y amiga de Dido. (Claullitriche)
    DINCER, una bailarina oriental. (Ximena)
    DEMETRIUS PEDER, un escultor griego. (Pru)
    EL TIEMPO, el viento y el agua. (Manuel)
    EOLO, dios de los vientos. (Gloria de Un cajón revuelto)
    ESPÍRITU invisible, protector de la nave de Dido. (Cieloazzul)
    FILÓN, un filósofo cínico. (Gregorio Luri)
    GABRIEL, vigía de navío de la reina Dido.(Iralow)
    ICARUS, lugarteniente y consejero de Eneas. (Javier)
    IGRES, Un cartógrafo mestizo. (Sergi Bellver)
    IRIS, mensajera de los dioses. (Fortunata)
    ISKIAS , amazona, guardaespaldas de Dido y Anna. (Lady Zurikat)
    JACINTA, artesana de vasijas de arcilla. (Ontokita)
    JEFA DE COCINA del palacio de la reina Dido en Cartago. (Charo Marco)
    JUNO, diosa esposa de Júpiter y protectora de Dido.(Gabu)
    KARO, escribiente de la señora Imilce. (Antonio Portela)
    KOSTAS, cordelero amigo de Imilce. (Kostas h.)
    MERCURIO, mensajero de los dioses. (Marelyt)
    MOOK, perro de la reina Dido. (Movie)
    MORGANA, una hechicera siria. (Morgana)
    NÁUFRAGO, náufrago enamoradizo. (Tinta del corazón)
    NAUSICAA, hija del rey de los feacios. (Nausicaa)
    NEOPTOLEMO, hijo de Aquiles. (Aquiles)
    NEPTUNO, dios de los mares. ( Antonia Romero)
    NISMACIL, guerrera oriental. (Aurefaire)
    PALEMON, comerciante griego con productos de oriente. (Adrià Urpì)
    PALINURO, piloto de la nave de Eneas. (Luis Rivera)
    PAREPIDEMOS SAMOSATENSE, peregrino. (Charles de Batz)
    PITONISA de un oráculo. (Badanita)
    PRINCIPE DEL SENADO, Jefe del Senado de Tiro y luego de Cartago. (Angelusa)
    SALMA, Esclava oriental. (Gloria de Ojos de miel)
    SAO, una ninfa. (Irene)
    SEÑORA IMILCE, impulsora, narradora y corazón de esta historia. (Almena)
    SERVULO, joven esclavo, copero de la reina Dido. (Felipe Servulo)
    SIQUEO , sacerdote de Melqart y esposo de Dido. (Pedro (glup))
    SIRIO, gato de Anna. (Sirio)
    TEANO, matemática muy reputada. (Miriam g.)
    TRAILO, poeta troyano e hijo de Cirene la viajera, narrador de parte de esta historia. (Grimalkin el bardo)
    ULA, amiga de Dido. (Ula)
    UN ARBOL un tanto especial. (Goathemala)
    UN CANGREJO en cualquier playa. (Cangrejo sedentario)
    UN GRAN MATORRALaromático a la entrada de una cueva. (Rosa Silverio)
    UN MALO, malísimo. (El hippie viejo)
    UTYKE, sobrina del sacerdote de Hércules. (Nina)
    VENUS, diosa del amor, madre de Cupido y Eneas. (Elisa de Cremona)
    XILÓN, maestro griego, cronista de la familia de la reina Dido. (Fernando Sarriá)
    YARBAS, rey pretendiente de Dido. (Kurtz)
    ZOE, prostituta con vocación de libertad. (Zoe favole)

    martes, febrero 20, 2007

    DIDO Y ENEAS (XIII).- Aparece un personaje misterioso.

    - Te veo muy callada, señora Imilce – dice Karo.

    - Estoy pensando – le contesto. Estamos sentados en el patio y mi nuera no deja de pasar por nuestro lado cambiando de sitio cosas inútiles aquí y allá. Quiere escuchar lo que hablamos. Desde que le han dicho que voy a la playa con el cordelero Kostas y con el poeta troyano, se muere de curiosidad.

    Toda Cartago sabe ya que Trailo va a aportar a mi historia de la reina Dido algún episodio referido a los troyanos. No quiero que esa parte sea larga, la verdad. Ellos ya tienen en circulación muchas historias y nuestra reina, ninguna. Y si nos descuidamos, ¡son muy capaces de apropiársela! Dice Trailo que Eneas jamás pudo olvidar a Dido. Cuando le oigo decirlo se me pone una opresión en el pecho y hasta me entran ganas de gritar. Quizá lo haga algún día. Pero no sé… Este troyano Trailo es tan solemne, que me daría rabia ponerme en ridículo delante de él.

    - Es hora de empezar nuestro paseo, Karo – digo levantándome.

    - ¿A dónde irás hoy, querida Imilce? – me pregunta mi nuera con mucha amabilidad.

    - Tengo pendiente dar una vuelta por el alfar de Jacinta – respondo con la misma dulzura – Siempre me ha agradado la forma que da a sus vasijas y sus platos y, aún me gusta más cómo los decora. Tiene muy buena mano para dibujar las figuras. Y además, como ya sabes, últimamente estoy recabando ayuda para mi historia.

    - ¡No creo que Jacinta pudiera ayudarte más que yo! – salta, visiblemente molesta.

    - Luego iré a la playa – respondo, como si no hubiera oído su impertinencia –. Se ha convertido en mi lugar favorito de trabajo.¡Y cuánto me gustaría tener una copita de vino con agua para refrescarme a mi regreso…!

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    Los troyanos de Eneas habían perdido toda esperanza de sobrevivir a la espantosa tormenta, cuando Iris se presentó en el cielo y se hizo visible desplegando su manto de colores. Traía un mensaje de Venus para el dios Neptuno: la petición de que pusiera fin al temporal, pues su hijo estaba en peligro. El dios del mar sacó su testa coronada fuera del agua y viendo cómo Céfiro levantaba las olas, asolaba las costas y revolvía de tal modo sus dominios sin su permiso, se enfadó. Con voz de trueno llamó a Eolo, custodio de los vientos, y le ordenó encadenar de nuevo a Céfiro. Huyó sin rechistar y cabizbajo el viento y Neptuno posó sobre las olas las palmas de sus manos y les mandó aquietarse.

    Al instante se amansaron aquellas crestas furiosas y, en lugar de estrellar contra las rocas las naves de Eneas, las empujaron hacia una playa. Agotados, los troyanos sacaron las embarcaciones del agua a medida que iban llegando y las aseguraron en la playa. Pronto cayó la noche. Faltaba por llegar la comandada por Acates, amigo muy querido de Eneas, y se decidió que al día siguiente una de las naves menos dañadas se haría de nuevo a la mar para ir en su busca. Encendieron fuegos junto a las naves y se tendieron a dormir en el suelo.

    El amanecer les mostró un hermoso paisaje: la playa formaba un arco y se extendía entre dos farallones de roca rojiza. Había mucha vegetación y hasta el mismo borde de la playa llegaba un bosque. A poca distancia de la orilla, un ruido de agua borboteando advertía de la existencia de un arroyuelo. Pronto se formaron varios grupos para traer leña, agua y comida. La amazona Iskias y unos cuantos cazadores se adentraron en el bosque donde esperaban encontrar liebres, cabras salvajes o venados. Entre tanto, Eneas, su lugarteniente Icarus, Palinuro y otros timoneles, examinaron una a una las naves para evaluar los daños y decidir sobre su reparación.

    Cirene y el pequeño Ascanio fueron hacia el arroyo y remontaron su curso en busca de hierbas y raíces comestibles. Para su sorpresa, hallaron el manantial de donde brotaba en medio de un bosquecillo de alisos. Nacía en una pared a poca altura y de forma natural se había formado un remanso a sus pies, amplio y transparente como un estanque. Había tanto silencio, era tan grato y apacible el lugar, caldeado por el sol que penetraba entre las hojas, que al instante sintieron deseos de meterse en el agua y limpiarse el salitre de la piel. Y estaban quitándose las ropas cuando una voz los detuvo.

    - No os atreváis a perturbar la morada de la ninfa Sao – dijo la voz.

    No había en su tono ninguna nota amenazante, pero Ascanio se acercó un poco más a Cirene. También ella se había sobresaltado. Ambos se quedaron quietos y en silencio. Y al ver que nadie aparecía ni se oía más ruido que el roce de las hojas movidas por la brisa, tomó la palabra Cirene.


    - ¿Quién eres?

    - Un naúfrago – respondió la voz.

    - Nosotros nos hemos librado del naufragio – dijo Cirene – así que sal de donde estés y ven con nosotros. Somos troyanos y tenemos naves.
    - ¿Troyanos de verdad? Decidme vuestros nombres. Pero os advierto que no pienso moverme de aquí…

    Cirene le dijo su nombre, el de Eneas y los de muchos troyanos ilustres que viajaban con ellos. Sin embargo, el náufrago no volvió a pronunciar una palabra ni respondió a sus preguntas. Finalmente, Cirene desistió de su interrogatorio y de su baño y, sin recoger siquiera las hierbas que habían ido a buscar, ella y Ascanio volvieron a la playa. Muchos de sus compañeros se rieron cuando lo contaron. Alguien les había gastado una broma. Habían prendido buenas fogatas, se estaba asando carne en abundancia traída por los cazadores y el anciano Anquises ofreció una liebre a los dioses en un pequeño altar improvisado.

    Al atardecer, la nave de rescate regresó trayendo consigo la de Acates. Hubo gran regocijo en la orilla, intercambio de abrazos entre hombres y mujeres que se daban por perdidos, lágrimas y relatos de cuánto habían sufrido. Iskias y Cirene estaban juntas en una misma fogata y a su calor, ésta última le contó a la amazona el encuentro tan extraño de aquella mañana. No creía que fuese una broma. A fin de reforzar su relato, se fue a por Ascanio. No estaba con su padre Eneas ni con su abuelo Anquises. No acompañaba a Palinuro, cuyas palabras le gustaba escuchar, ni a Icarus, su guerrero más admirado. No estaba en ninguno de los fuegos. Las dos mujeres pensaron que podría haber regresado al manantial.

    Sin decir nada para no alarmar al resto, Iskias se colgó el carjac lleno de flechas a la espalda y empuñó el arco. Cirene se armó con un rudo bastón y ambas marcharon a buscar a Ascanio. Caminaron con rapidez y en silencio, sin hacer ruido, y pronto llegaron al bosquecillo de alisos que rodeaba la fuente. Allí, sentado en el borde del estanque, con la cabeza inclinada sobre el agua y sus rizos rubios cayendo hacia delante, estaba el niño. La luz del ocaso acentuaba el rojo de las rocas y restaba transparencia al agua.

    Una sombra se movió a su lado. Iskias puso una flecha en su arco y, más rápida que el viento, disparó. Y se oyó un gemido humano.



    *Casa en Pompeya
    **Detalle de relieve. Museo Termas de Diocleciano. Roma
    ***Paisaje de la Sierra Calderona en Olocau. Valencia
    ****Río Tíber a su paso por Roma
    *****Detalle de relieve con la diosa Diana. Museo Termas de Diocleciano.Roma
    ******Agua en una fuente pública en el Aventino. Roma

    NOTA: Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. Para facilitar la comprensión de cada post, se incluye la lista por orden alfabético de personajes. A continuación, entre paréntesis, están los nombres de los amigos bloggeros.

  • ACATES, amigo del alma de Eneas. (Eggy)
  • ACUS, hijo mayor del príncipe del Senado y Jefe de la expedición de Dido. (Acus)
  • AEMILIUS, director de las obras de la muralla de Cartago. (Unjubilado)
  • AMILCAR, timonel de la nave de Dido. (Edem)
  • AMNERIS, la tejedora. (Paula)
  • ANARKASIS, actor. (Anarkasis)
  • ANNA, hermana de la reina Dido. (Bethania)
  • ANQUISES, padre de Eneas. (Juan)
  • ASCANIO, hijo de Eneas. (Ferípula)
  • BARCE, nodriza de Siqueo, doncella y confidente de Dido. (Leodegundia)
  • CAIUS PERTINAX, un hombre de negocios. (Joaquín)
  • CALIBÁN, un personaje enigmático. (Gonzalo)
  • CARMINIS, pintora de éxito. (Carmen)
  • CIRENE, la viajera troyana, madre del poeta Trailo. (Lady Read)
  • CLAUDIO APOLLIONI , esclavo y pedagogo. (Juanmb)
  • CLOANTO, un troyano. (Rafael p.q.)
  • COPA DE ORO del padre de la reina Dido. (Tony)
  • CRISEA, una vestal. (Krisish)
  • CUPIDO , dios del amor, hijo de la diosa Venus y hermano de Eneas. (Lady Ice)
  • DADA, un personaje de oriente. (Ixchel)
  • DIANA, esposa de Acus y amiga de Dido. (Claullitriche)
  • DINCER, una bailarina oriental. (Ximena)
  • DEMETRIUS PEDER, un escultor griego. (Pru)
  • EL TIEMPO, el viento y el agua. (Manuel)
  • EOLO, dios de los vientos. (Gloria de Un cajón revuelto)
  • ESPÍRITU invisible, protector de la nave de Dido. (Cieloazzul)
  • FILÓN, un filósofo cínico. (Gregorio Luri)
  • GABRIEL, vigía de navío de la reina Dido.(Iralow)
  • ICARUS, lugarteniente y consejero de Eneas. (Javier)
  • IGRES, Un cartógrafo mestizo. (Sergi Bellver)
  • IRIS, mensajera de los dioses. (Fortunata)
  • ISKIAS , amazona, guardaespaldas de Dido y Anna. (Lady Zurikat)
  • JACINTA, artesana de vasijas de arcilla. (Ontokita)
  • JEFA DE COCINA del palacio de la reina Dido en Cartago. (Charo Marco)
  • JUNO, diosa esposa de Júpiter y protectora de Dido.(Gabu)
  • KARO, escribiente de la señora Imilce. (Antonio Portela)
  • KOSTAS, cordelero amigo de Imilce. (Kostas h.)
  • MERCURIO, mensajero de los dioses. (Marelyt)
  • MOOK, perro de la reina Dido. (Movie)
  • MORGANA, una hechicera siria. (Morgana)
  • NÁUFRAGO, náufrago enamoradizo. (Tinta del corazón)
  • NAUSICAA, hija del rey de los feacios. (Nausicaa)
  • NEOPTOLEMO, hijo de Aquiles. (Aquiles)
  • NEPTUNO, dios de los mares. ( Antonia Romero)
  • NISMACIL, guerrera oriental. (Aurefaire)
  • PALEMON, comerciante griego con productos de oriente. (Adrià Urpì)
  • PALINURO, piloto de la nave de Eneas. (Luis Rivera)
  • PAREPIDEMOS SAMOSATENSE, peregrino. (Charles de Batz)
  • PITONISA de un oráculo. (Badanita)
  • PRINCIPE DEL SENADO, Jefe del Senado de Tiro y luego de Cartago. (Angelusa)
  • SALMA, Esclava oriental. (Gloria de Ojos de miel)
  • SAO, una ninfa. (Irene)
  • SEÑORA IMILCE, impulsora, narradora y corazón de esta historia. (Almena)
  • SERVULO, joven esclavo, copero de la reina Dido. (Felipe Servulo)
  • SIQUEO , sacerdote de Melqart y esposo de Dido. (Pedro (glup))
  • SIRIO, gato de Anna. (Sirio)
  • TEANO, matemática muy reputada. (Miriam g.)
  • TRAILO, poeta troyano e hijo de Cirene la viajera, narrador de parte de esta historia. (Grimalkin el bardo)
  • ULA, amiga de Dido. (Ula)
  • UN ARBOL un tanto especial. (Goathemala)
  • UN CANGREJO en cualquier playa. (Cangrejo sedentario)
  • UN GRAN MATORRALaromático a la entrada de una cueva. (Rosa Silverio)
  • UN MALO, malísimo. (El hippie viejo)
  • UTYKE, sobrina del sacerdote de Hércules. (Nina)
  • VENUS, diosa del amor, madre de Cupido y Eneas. (Elisa de Cremona)
  • XILÓN, maestro griego, cronista de la familia de la reina Dido. (Fernando Sarriá)
  • YARBAS, rey pretendiente de Dido. (Kurtz)
  • ZOE, prostituta con vocación de libertad. (Zoe favole)

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  • viernes, febrero 16, 2007

    DIDO Y ENEAS (XII).- Eneas y los dioses irrumpen en esta historia.


    A media mañana aparecieron las primeras nubes. El sol palideció y arrebató el brillo a los demás colores. El mar se tornó gris y la costa en paralelo a la cual estaban navegando pareció difuminarse. El dios Eolo, a petición de Juno, reina de las diosas, había dejado salir de su guarida al viento Céfiro y éste, largo tiempo encerrado en su prisión rocosa, rugió como un león. De un solo soplo recuperó la libertad y voló a encrespar la espuma de los mares.

    Apenas intuyó la violencia del temporal, Palinuro, el timonel de la nave del troyano Eneas, le había aconsejado a éste poner mayor distancia entre los navíos de la flota. El empuje de las olas podía hacerlos chocar entre sí y, de ocurrir tal cosa, la salvación sería imposible. Eneas había hecho gestos con los brazos a Icarus, cuya nave se deslizaba a la izquierda de la suya, y éste a su vez había transmitido la orden al resto.

    La oscuridad se volvió más tenebrosa por momentos. Cuando se dio la alarma, allá en el horizonte aún se veía un trozo de cielo azul, pero ahora todo estaba negro: los pesados nubarrones que podían tocarse con la mano, el abismo del agua, el ánimo de los troyanos abandonados, de nuevo, a las acometidas del mar.

    Cirene rodeó con sus brazos al hijo de Eneas, de apenas diez años. Se habían sentado en un rincón de la popa de la nave, ella con la espalda pegada a un barril de agua y un hombro tocando la borda, y Ascanio de espaldas a ella, colocado entre sus piernas. Iskias les gritó que se apretasen aún más y, tratando de mantener el equilibro, envolvió con una manta los dos cuerpos así unidos, dejando fuera únicamente las cabezas. Luego los amarró con una maroma al barril, a su vez firmemente sujeto a la nave. Mientras, en el otro costado, un marinero hizo lo mismo con el anciano Anquises cuyo rostro arrugado tenía el color de la nieve.

    - No tengas miedo – gritaba Cirene al oído de Ascanio por encima del fragor del viento y el mar y los crujidos de las cuadernas. – He sobrevivido a muchos temporales y también éste pasará.

    Iskias hizo una seña a Cirene para indicarle que todo estaba bien, y ella misma pasó sus piernas por debajo del último banco de los remeros y se ligó a él con cuerdas. Habían sacado los remos del agua para evitar perderlos. Las naves parecían gavillas de paja, nuececillas que las crestas de las olas levantaban hasta las nubes y sostenían precariamente un instante antes de dejarlas caer a los pies de la siguiente ola. Empapados de agua salada, ciegos por el escozor y el viento, roncos de gritar de miedo y angustia, perdida la orientación, así aguantaban la tempestad los fugitivos de Troya.


    Eneas invocaba en su corazón a la diosa Venus.

    - ¡Madre! – le decía – ¿Es nuestro destino perecer en el mar? ¿Eran estos tus planes cuando, en medio de las llamas que devoraban Troya, detuviste mi ímpetu guerrero y me ordenaste huir? Traje conmigo a los dioses Penates para fundar con ellos una nueva Troya en las costas itálicas, como me habías prometido. ¿Y he de rendirlos ahora a Neptuno inclemente?

    Grandes remolinos hacían virar las naves como plumas, el oleaje las empujaba hacia la costa rocosa. Cada vez que una ola las alzaba con ímpetu vertiginoso, más las acercaba a las rocas. Causaba pavor ver sus aristas y las negras oquedades donde el agua penetraba enfurecida para salir otra vez con un bramido.

    - Voy a desataros ahora – gritó Iskias reptando hasta donde estaban Cirene y Ascanio –. Agarraos con todas vuestras fuerzas al tonel y soltadlo al llegar a tierra. Debemos impedir que la nave nos arrastre.

    Intercambió una breve mirada de entendimiento con Cirene. Ambas sabían que se iban a estrellar. La muerte parecía inevitable. Una gran ola los elevó a una altura mayor que los muros de Troya.

    ----

    ----

    Por un momento, el sol también se ha ocultado en Cartago y me he sentido vapuleada por la tormenta. Nos quedamos en silencio contemplado el mar ante nosotros, manso como un riachuelo. Kostas se mira las manos, ásperas después de tantos años de trenzar cordeles y Karo contempla el cielo tumbado en la arena. El poeta Trailo levanta la vista del escrito que nos acaba de leer y comienza a enrollarlo.

    - ¿Era esto lo que querías, señora Imilce? – me pregunta – ¿Te servirá?

    Asiento con un movimiento de cabeza. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Yo misma le he pedido ayuda a este extranjero, ave de paso. Trailo es ya un hombre viejo, aunque no tanto como yo. Sé que no estoy a su altura, no soy capaz de contar mi parte de la historia como él. Claro que él es un poeta y yo no. Dirán de mí que soy una vieja engreída y ridícula.

    - Solamente vosotros lo habéis escuchado – añade –. Aún estoy trabajando en él.

    -¡No será para perfeccionarlo...! – digo sin poder evitar un bufido. Todos me miran.



    - No, señora Imilce. Como te he dicho, trato de reconstruir la ruta que siguió mi madre, y lo hago a medida que puedo. Antes de unirse al grupo de Eneas, ella había huído con otros troyanos, aunque jamás se reconoció como una fugitiva. Siempre se presentaba a sí misma como Cirene, la viajera. Y en cierto modo, creo que no mentía. Su objetivo no era huir, sino alcanzar una meta: ser testigo y partícipe del nacimiento de la nueva Troya. El fragmento que os he leído es de su primera etapa con Eneas, y ocurrió antes de llegar aquí. Tuvo mucha importancia para ella, porque creó lazos de amistad con la amazona Iskias.

    - De Iskias sí que me acuerdo y tú también, ¿verdad, Kostas? – Le doy con el codo en el costado y el cordelero levanta la cabeza un momento para contestar:
    .
    - Era una mujer magnífica. Cirene, digo, porque la recuerdo muy bien. En cuanto a Iskias, no he conocido a una guerrera igual. Leal y fiera como nadie.

    - ¡Y tanto que era leal! – apostillo –. Ella se quedó en Cartago, con nosotras, cuando se fueron los troyanos. Se escabulleron de forma vergonzosa, debo decírtelo, Trailo, aunque tú seas, por nacimiento, uno de ellos. Después de la muerte de la reina Dido, cuando su hermana Anna se vio obligada a huir, Iskias la acompañó para protegerla. ¡Quién sabe qué habrá sido de ellas!

    -¿ No lo sabéis? – dice Trailo, sorprendido.

    De pronto, todos lo estamos mirando. Karo ha abandonado su indolencia y Kostas sus manos. ¿Quiere decir este hombre que él sabe cosas que nosotros ignoramos?
    *Detalle de relieve. Museo Massimo alle Terme. Roma
    **Dios Neptuno. Fontana de Trevi. Roma
    ***Detalle de Relieve con los dioses Lares. Ara Pacis. Roma
    ****Tormenta sobre Roma.*****Detalle de sarcófago. Museo Massimo alle Terme. Roma
    NOTA: Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. El reparto es el siguiente:
  • ACUS, Acus, hijo mayor del príncipe del Senado y Jefe de la expedición de Dido.
  • ADRIÀ URPÍ, Comerciante griego con productos de oriente.
  • ALMENA, Señora Imilce, narradora de esta historia.
  • ANARKASIS, Anarkasis, actor.
  • ANGELUSA, Príncipe del Senado
  • ANTONIA ROMERO, Neptuno, dios de los mares.
    ANTONIO PORTELA, Karo, escribiente de la señora Imilce
  • AQUILES, Neoptolemo, hijo de Aquiles
  • AUREFAIRE, Nismacil, guerrera oriental
  • BADANITA, Pitonisa de un oráculo
  • BETHANIA, Anna, hermana de la reina Dido
    CANGREJO SEDENTARIO, un cangrejo.
  • CARMEN, Carminis, pintora de éxito
  • CHARLES DE BATZ, Parepidemos Samosatense, peregrino.
  • CIELOAZZUL, Espíritu invisible, anima la nave de Dido
  • CLAULLITRICHE, Diana, esposa de Acus y amiga de Dido
  • EDEM, Almícar, timonel de la nave de Dido.
  • EGGY, Acates, amigo del alma de Eneas
  • ELISA DE CREMONA, Venus, diosa del amor, madre de Cupido y Eneas.
  • FELIPE SERVULO, Sérvulo, esclavo joven copero de la reina Dido
  • FERÍPULA, Ascanio o Iulo, hijo de Eneas
  • FERNANDO SARRIA, Xilón, maestro griego, cronista de la familia de la reina Dido.
  • FORTUNATA, Iris, mensajera de los dioses.
  • GABU, Juno, diosa esposa de Júpiter y protectora de Dido.
  • GLORIA, Esclava oriental
  • GOATHEMALA, Un árbol
  • GONZALO, Calibán, un personaje enigmático
  • GREGORIO LURI, Un filósofo cínico
  • GRIMALKIN EL BARDO, Trailo, poeta troyano.
  • IRALOW, Gabriel, vigía de navío.
  • IRENE, Sao, una nereida.
  • IXCHEL, un personaje de oriente
  • JAVIER, Icarus, lugarteniente y consejero de Eneas
  • JUAN, Anquises, padre de Eneas
  • JUANMB, Claudio Apollioni, esclavo y pedagogo
  • HIPPIE VIEJO, Un malo malísimo
  • KOSTAS H., Kostas, cordelero.
  • KRISISH, Crisea, una vestal
  • KURTZ, Yarbas, rey pretendiente de Dido
  • LADY ICE , Cupido, dios del amor, hijo de la diosa Venus.
  • LADY READ, Cirene, la viajera troyana
  • LADY ZURIKAT , Iskias, amazona, guardaespaldas de Dido y Anna.
  • LEODEGUNDIA, Barce, nodriza de Siqueo, doncella y confidente de Dido
  • LUIS RIVERA, Palinuro, piloto de la nave de Eneas.
  • MANUEL, El tiempo, el viento y el agua.
  • MARELYT, Mercurio, dios mensajero de los dioses
  • MIRIAM G,Teano, matemática muy reputada
  • MORGANA, Una hechicera siria
  • MOVIE,Mook, perro de la reina Dido.
  • NAUSICAA, Nausicaa, hija del rey de los feacios.
  • NINA, Utyke, sobrina del sacerdote de Hércules.
  • ONTOKITA, Jacinta, artesana de vasijas de arcilla
  • PAULA, Amneris, la tejedora
  • PRU, Un escultor griego
  • PEDRO (Glup) , Siqueo, sacerdote de Melqart y esposo de Dido
  • RAFAEL PQ, Un troyano
  • ROSA SILVERIO, Un gran matorral aromático a la entrada de una cueva
  • SERGI BELLVER, Un cartógrafo mestizo.
  • SIRIO, Sirio, gato de Anna
  • TINTA DEL CORAZÓN, Náufrago enamoradizo.
  • TONY, Copa de oro del padre de la reina Dido.
  • ULA, Ula, amiga de Dido.
  • UNJUBILADO, Aemilius, director de las obras de la muralla de Cartago
  • XIMENA, Dincer, una bailarina oriental
  • ZOE FAVOLE, Zoe, prostituta con vocación de libertad.
  • martes, febrero 13, 2007

    DIDO Y ENEAS (XI).- Adiós a Tiro.

    - No escribiré ni una palabra más – anuncia Karo tumbándose cuan largo es en el suelo del patio. Cruza los brazos sobre el pecho y cierra los ojos – ¡Me duele tanto la mano que no sé si podré usarla mañana! Abusas de mí, señora Imilce porque soy joven.

    - ¡Qué poco entiendes de abusos! – le respondo. Pero no le falta razón. Él tiene la mano exhausta y yo la boca. Con gusto tomaría un traguito de vino con agua, pero cualquiera se lo pide a mi nuera. Según ella, mi empeño por contar esta historia me está trastornando. Decididamente, es tonta.

    - ¿Qué te ha parecido la escena del perro? - digo por cambiar de tema.

    - Si llega a durar un poco más, te aseguro que yo mismo lo habría tirado al agua. ¡Ya no podía sujetar el cálamo y el maldito bicho no dejaba de ladrar, sin decidirse…!

    - Hasta él se dio cuenta de lo difícil que resulta dejar la propia tierra. La tensión del momento y el peligro eran muy grandes y ninguno de los fugitivos podía detenerse a pensar ni a sentir otra cosa distinta del miedo. Menos el perro. Eso decía Barce. Pero cuando el amanecer iluminó Tiro y, desde las naves, la gente vio su patria más y más lejos, hasta desaparecer en el horizonte, hubo muchas lágrimas. No en el rostro de Dido, desde luego. Fue la última en zarpar y aún tenía un asunto pendiente.

    - ¡No puedo creerlo!

    - Pues no lo creas. ¿Por qué piensas que la reina quiso demorar su salida hasta el alba y no hundir las naves que quedaban en el puerto? Su hermano Pigmalión quería ser el rey de Tiro y lo sería. Pero también ambicionaba riquezas. No dejaría de perseguirla ni de remover los mares y la tierra hasta recuperar el tesoro del templo. Pero ella lo conocía bien y era muchísimo más lista…

    Karo se incorpora y se apoya de lado sobre un codo para mirarme. Este chico me sirve muy bien para saber cuándo resulta interesante esta historia. He llamado su atención, sin duda. Pero no pienso decirle nada más al respecto hasta que retomemos la escritura.

    ----


    El puerto de Tiro arde de furia y de antorchas. Desde la nave de la reina Dido se ven los puños levantados en gesto de amenaza y se oyen los gritos. Algunos han saltado a las naves de carga al ver inutilizadas las de guerra y tratan de aparejarlas a toda prisa para salir en su persecución. Todo va según lo previsto. Almícar, el timonel, está maniobrando con gran pericia y se esfuerza por seguir las instrucciones de la reina. Son difíciles de cumplir y peligrosas. Sin embargo, no teme ni al peligro ni al fracaso. No hay en este mar un timonel de su temple y experiencia.

    - Es preciso engañarlos, Almícar – le había dicho la reina unas horas antes de embarcar –. Puesto que hemos de buscar otra tierra para vivir, al menos que podamos hacerlo sin el temor de ser perseguidos.

    - Haré lo que ordenes, señora.

    - Ésta es la idea: debemos dejar a sus naves acercarse bastante a nuestra popa. Tanto como para hacerles creer que pueden alcanzarnos y que esa proximidad nos atemoriza. Y, cuando yo te diga, nos alejaremos dejándolos atrás.

    - Convendrá, entonces, salir despacio del puerto para darles tiempo a reaccionar – había respondido Almícar –. ¿Ha de mantenerse esa situación durante mucho tiempo?

    - El menor posible. La única condición es que debe ser de día cuando nos separemos definitivamente de ellos. Confío en ti – le había dicho la reina colocándole una mano sobre el hombro. Almícar ya no era joven, pero había sentido en su cuerpo una corriente de simpatía al contacto de esa mano. Si la reina confiaba en él, ni todos los dioses del universo podrían torcer su voluntad de servirla.

    Tres mercantes han partido ya del muelle en persecución de Dido. Almícar mantiene firme el timón y demora la marcha como si hubiera dificultades. La reina, su hermana Anna y la nodriza Barce, el noble Acus y su esposa Diana, se apoyan en la popa y contemplan Tiro al fondo, brillante al ser tocada por los primeros rayos de luz y, acercándose cada vez más a ellos, las naves de los partidarios de Pigmalión.

    Todos guardan silencio. Sólo se oye el batir de las olas contra el casco y el ruido de los remos. El sol comienza a trazar una raya amarilla en el agua. Los remeros de los perseguidores hunden las palas en el agua muy deprisa. Se acortan las distancias. De pronto, la reina Dido habla:



    - Barce – dice – avísame cuando distingas con claridad las caras de los hombres que están en la proa de la nave más próxima.

    - ¡Yo las veo ya! – exclama Anna.

    - Quiero que las vea Barce – insiste Dido – . Acus ¿están tus hombres preparados?

    - Las veo, las veo – grita Barce mientras señala con el dedo.

    - Adelante – dice la reina haciendo gestos de alarma y moviéndose hacia atrás en la cubierta – ¡Arrojad al agua los sacos!

    Entre dos marineros, comienzan a tirar por la borda los sacos llenos de tierra que había preparado, por encargo de la reina, el príncipe del Senado. Dido vuelve a acercarse a la popa y se cubre el rostro con las manos y lo mismo hacen las demás mujeres. Acus gesticula y grita fingiendo dar prisa e instrucciones a los hombres. Dido, por fin, se agarra con las dos manos a la borda y mira el mar desconsolada. Del borde de algunos sacos se han escapado, casualmente, unas piezas brillantes como el oro. Caen sobre el agua y el sol las hace destellar unos instantes antes de ser tragadas por las olas.




    Los perseguidores se quedan estupefactos contemplando esta escena desde la proa de sus naves con actitud de impotencia. Tras el hundimiento del último saco, sus remeros bajan el ritmo y sus naves pierden velocidad, mientras la de Dido mantiene la suya. Comienzan a separarse y, al cabo de poco tiempo, viran en dirección a Tiro.

    Dido y sus compañeros respiran con alivio y alegría al verlas retirarse. La reina se acerca a Almícar y le palmea la espalda.

    - Ahora navegaremos al ritmo que tú impongas, señor del mar.

    - Pasarás a la historia, mi reina – le responde con admiración –. Eres una mujer grande entre todas las fenicias.

    La reina se sienta con la espalda apoyada en un rollo de maromas. Necesita descansar después de tantas horas en vela. Cierra los ojos y se encomienda a los dioses. Quiera la madre Juno protegerla y Neptuno guiarla por rumbos seguros. Respira hondo. Cuando sus enemigos lleguen al puerto de Tiro y consigan despertar a Pigmalión, le dirán que han visto con sus propios ojos cómo su hermana Dido ha tirado al mar el tesoro de Melqart.

    ----

    - Necesitamos ayuda.

    - Yo desde luego que sí, señora Imilce. ¡No me dejas vivir!

    Me moriría de risa si no fuera porque lo dice con tanta seriedad y con el ceño fruncido. No lo quiero ofender. Se estaba abanicando en el patio con una hoja de higuera y pensando en no se sabe qué, cuando lo he interrumpido. Sin embargo, en sus ojos no hay rencor, sino más bien una chispa de burla. Y entonces caigo en la cuenta de que llevo las manos untadas de harina.

    - Vamos a hacer unas cuantas visitas

    - Tendrás que adecentarte, señora Imilce – dice con sorna.

    - Y tú tener la lengua quieta, si es que aún tienes interés por salir en mi historia, cosa que dudo…

    *Figura femenina. Exposición en el Coliseo. Roma

    **Vista del Palatino desde el Valle de Murcia. Roma

    ***Cabeza masculina. Exposición en el Coliseo. Roma

    ****Detalle de pintura mural. Museo Massimo alle Terme. Roma

    *****Agua y monedas en la Fontana de Trevi. Roma

    ******Detalle de pintura mural. Loggia Mattei en el Palatino. Roma

    *******Detalle de pintura mural. Villa Farnesina. Roma


    NOTA: Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. De momento, éste es el reparto:

  • ACUS, Acus, hijo mayor del príncipe del Senado y Jefe de la expedición de Dido.
  • ADRIÀ URPÍ, Comerciante griego con productos de oriente.
  • ALMENA, Señora Imilce, narradora de esta historia.
  • ANARKASIS, Anarkasis, actor.
  • ANGELUSA, Príncipe del Senado
    ANTONIO PORTELA, Karo, escribiente de la señora Imilce
  • AQUILES, Neoptolemo, hijo de Aquiles
  • AUREFAIRE, Nismacil, guerrera oriental
  • BADANITA, Pitonisa de un oráculo
  • BETHANIA, Anna, hermana de la reina Dido
  • CARMEN, Carminis, pintora de éxito
  • CHARLES DE BATZ, Parepidemos Samosatense, peregrino.
  • CIELOAZZUL, Espíritu invisible, anima la nave de Dido
  • CLAULLITRICHE, Diana, esposa de Acus y amiga de Dido
  • CHARO MARCO,Jefe de cocina del palacio de la reina Dido
  • EDEM, Almícar, timonel de la nave de Dido.
  • EGGY, Acates, amigo del alma de Eneas
  • ELISA DE CREMONA, Venus, diosa del amor, madre de Cupido y Eneas.
  • FELIPE SERVULO, Sérvulo, esclavo joven copero de la reina Dido
  • FERÍPULA, Asanio o Iulo, hijo de Eneas
  • FERNANDO SARRIA, Xilón, maestro griego, cronista de la familia de la reina Dido.
  • GABU, Juno, diosa esposa de Júpiter y protectora de Dido.
  • GLORIA, Esclava oriental
  • GOATHEMALA, Un árbol
  • GONZALO, Calibán, un personaje enigmático
  • GREGORIO LURI, Un filósofo cínico
  • IRALOW, Gabriel, vigía de navío.
  • IRENE, Una ninfa
  • IXCHEL, un personaje de oriente
  • JAVIER, Icarus, lugarteniente y consejero de Eneas
  • JUAN, Anquises, padre de Eneas
  • JUANMB, Claudio Apollioni, esclavo y pedagogo
  • HIPPIE VIEJO, Un malo malísimo
  • KOSTAS H., Kostas, cordelero.
  • KRISISH, Crisea, una vestal
  • KURTZ, Yarbas, rey pretendiente de Dido
  • LADY ICE , Cupido, dios del amor, hijo de la diosa Venus.
  • LADY READ, Cirene, la viajera troyana
  • LADY ZURIKAT , Iskias, amazona, guardaespaldas de Dido y Anna.
  • LEODEGUNDIA, Barce, nodriza de Siqueo, doncella y confidente de Dido
  • LUIS RIVERA, Palinuro, piloto de la nave de Eneas.
  • MANUEL, El tiempo, el viento y el agua.
  • MARELYT, Mercurio, dios mensajero de los dioses
  • MIRIAM G,Teano, matemática muy reputada
  • MORGANA, Una hechicera siria
  • MOVIE,Mook, perro de la reina Dido.
  • NAUSICAA, Nausicaa, hija del rey de los feacios.
  • NINA, Utyke, sobrina del sacerdote de Hércules.
  • ONTOKITA, Jacinta, artesana de vasijas de arcilla
  • PAULA, Amneris, la tejedora
  • PRU, Un escultor griego
  • PEDRO (Glup) , Siqueo, sacerdote de Melqart y esposo de Dido
  • RAFAEL PQ, Un troyano
  • ROSA SILVERIO, Un gran matorral aromático a laentrada de una cueva
  • SERGI BELLVER, Un cartógrafo mestizo.
  • SIRIO, Sirio, gato de Anna
  • TINTA DEL CORAZÓN, Náufrago enamoradizo.
  • TONY, Copa de oro del padre de la reina Dido.
  • ULA, Ula, amiga de Dido.
  • UNJUBILADO, Aemilius, director de las obras de la muralla de Cartago
  • XIMENA, Dincer, una bailarina oriental
  • ZOE FAVOLE, Zoe, prostituta con vocación de libertad.