jueves, septiembre 30, 2010

MORIR A TU LADO

Esto dice el poeta Ovidio a su amada Corina :



(…) No me gustan mil mujeres, no soy un tornadizo en el amor. Tú serás, créeme, mi eterno desvelo. ¡Ojalá me toque en suerte vivir contigo todos los años que me concedan los hilos de las hermanas [las Parcas] y morir a tu lado, mientras sufres por mi!

OVIDIO.- “Amores”
Traducción de Vicente Cristóbal López

Así responderá Corina a estas palabras.

NOTA: “Las hermanas” se refiere a las Parcas. Se trata de tres hermanas, hijas de Júpiter y de Temis, que determinan la duración de la vida de cada mortal. La vida termina cuando Láquesis, la tercera hermana, corta el hilo de la vida de cada individuo.

*Detalle de escultura de un hombre mayor. Museos Capitolinos. Roma

lunes, septiembre 27, 2010

PALABRAS ARREBATADAS


Fragmento de una carta de una matrona desconocida a su hija.

(…) ayer visité a Cornelia y hablamos largamente. Está muy afectada todavía por el asesinato de Pompeyo, mañana se cumplirá el primer aniversario. Su amor por la filosofía no ha logrado atenuar su pesar. Aunque hablar le hace bien, me hizo un comentario muy amargo. Recordaba que la noche anterior al asesinato, mientras estaban anclados frente al puerto de Pelusio esperando noticias del embajador que habían enviado a tierra, no pudieron dormir. Ella se recostó un poco, pero Pompeyo se pasó la noche sentado, leyendo y releyendo las palabras que había escrito para pronunciar ante el rey Ptolomeo. Ni siquiera llegó a entrevistarse con él, pues lo asesinaron antes.

Me decía Cornelia que en los días sucesivos pensó muchas veces en la inutilidad de las palabras y que, en su desesperación, había pensado no volver a hablar. Pero luego se dio cuenta de que el peligro de las palabras reside, precisamente, en su capacidad de persuasión. Por eso, porque son peligrosas, muchas veces nos las arrebatan antes de que las podamos pronunciar. Tenlo muy presente, hija mía, porque esa reflexión nos puede ser útil en algún momento.



NOTA: Tras ser derrotado por César en Farsalia, Pompeyo huyó por mar y fue asesinato el 28 de septiembre del año 48 a.C. en Egipto. Se dirigía a entrevistarse con el rey Ptolomeo, junto al cual buscaba refugio, pero los siervos del rey lo asesinaron en el puerto. Cornelia fue su quinta y última esposa.

*Virgilio. Museo Bardo de Túnez. Imagen tomada de internet.

miércoles, septiembre 22, 2010

PROSERPINA EN EL CORAZÓN


De Popilia a su nieta Lucila. Salud.

Me cuenta tu madre que estás triste y que incluso has perdido el interés por visitar algunas de las ciudades más famosas de Sicilia. ¿Te extrañaría si te dijese que a mí me ocurre lo mismo? Cuando empiezan a refrescar las tardes y se ve próximo el fin del verano, siempre me entra congoja. Me ocurre desde que tenía trece o catorce años. Una vez, dándose cuenta de mi tristeza, mi madre me hizo sentarme a su lado, me cogió la mano y me contó una historia que quiero repetirte. La conoces ya, no es nueva, pero mi madre al aplicarla a ese estado de ánimo, le dio un significado diferente. Tiene que ver con la madre Ceres y con el lago Pergusa que, precisamente, extiende sus aguas en el centro de la isla de Sicilia.
Ese lago, por sus aguas transparentes y calmas, era uno de los lugares favoritos de las ninfas para tomar el baño. Con frecuencia las acompañaba Proserpina, la hija de Ceres, una muchacha hermosísima y más o menos de tu edad. Puedes imaginarte el cielo de color azul intenso, el sol brillando sobre las ondas y el rebullir del agua por el chapoteo de las ninfas, sus gritos de alegría, sus cabellos con guirnaldas de flores agitándose en la superficie. Una tarde Proserpina salió del agua y fue a buscar sus sandalias, su túnica y un gran lienzo para secarse que había dejado extendido sobre un matorral. Caminaba deprisa, dando saltitos, porque la hierba se le clavaba en las plantas y el viento fresco del atardecer le erizaba la piel. Sonreía e iba repitiendo la letra de una canción que acababa de enseñarle una ninfa. De pronto la sacudió una gran ráfaga de viento, oyó un estruendoso galopar de caballos y, antes siquiera de comprender qué ocurría, a sus espaldas un brazo la agarró por la cintura, la levantó en el aire y, pese a que ella se debatía para soltarse, se la llevó consigo.

Al enterarse Ceres por las ninfas que Proserpina había desaparecido, creyó desfallecer de dolor. ¿Qué hembra, humana o divina, podría soportar la pérdida de una hija? Ceres dejó de inmediato todas sus ocupaciones y deberes para ir a buscarla. ¿Qué le importaba a ella que no nacieran flores ni surgieran frutos? Las hojas de los árboles palidecían y perdían fuerza y frescura antes de alfombrar el suelo; lánguidos se negaban a crecer los cardos, las alcachofas no encontraban fuerzas para rebrotar, campos enteros quedaban desnudos de plantas y sólo mostraban la dura tierra. Pero esa desolación a Ceres no la conmovía, porque más desolado aún estaba su corazón. Recorrió la tierra sin descanso buscando minuciosamente detrás de cada montaña, escrutando cada valle. Exploró las orillas de los ríos y de los mares, la llamó a voces por las llanuras y los desiertos. Todo parecía inútil.

Al fin, gracias a la indiscreción de un viento, vino a saber que Proserpina había sido raptada por Plutón, señor y dios del Hades. Saliendo de la cumbre del monte llamado Etna con su carro tirado por cuatro caballos la había cogido por sorpresa y se la había llevado como esposa para que reinara con él en los infiernos. Ceres abandonó la búsqueda y se dirigió al Olimpo a suplicar a Júpiter. Él era el padre de Proserpina y debía responsabilizarse de su devolución. Supo ser muy persuasiva. Júpiter ordenó a Plutón que liberase a Proserpina para que regresara con su madre. Pero el viejo del Hades era astuto: antes de dejar marchar a su esposa, le ofreció gentilmente una granada y la invitó a comerla. Ella, deseosa de salir cuanto antes de aquel lugar sombrío, para no discutir ni entretenerse más de la cuenta, tomó seis granos y se los comió. Así, mediante esa fruta que rubricaba la fidelidad en el matrimonio, la obligaba a regresar con él durante seis meses al año.

El reencuentro de Proserpina con su madre Ceres fue emocionante. Durante su largo abrazo, la tierra volvió a florecer: verdearon los campos, se llenaron de brotes, de espigas, de flores y de frutos. Reía el sol, el cielo aparecía alto y limpio y agrupaba de vez en cuando las nubes para que con una lluvia fina alimentaran la tierra. Y así, cada año, se repite la historia: cuando Proserpina debe regresar al Hades con su marido, la madre Ceres abandona toda actividad y se recluye en sí misma y en su dolor, negándose a cuidar de la tierra hasta el regreso de su hija.

¿Sabes? Mi madre me dijo entonces que todas las mujeres llevábamos en nuestro corazón a una Ceres y a una Proserpina. El otoño evoca en nosotras la pérdida. La pérdida de la madre, cuando somos jóvenes y sabemos que un día el matrimonio nos separará de la nuestra. La pérdida de la hija cuando somos madres y os vemos crecer sabiendo que tendremos que entregaros a un hombre. Esa es la melancolía del otoño, ese pesar inevitable. Así pues, Lucila, cuando veas amarillear las hojas de los perales del huerto, piensa en tu madre y en mí. Debes saber que, como Ceres, siempre, ininterrumpidamente te buscaremos y tendremos los brazos abiertos para ti, porque la primavera, como el otoño, siempre llega.
Cuídate mucho y escríbeme.


NOTA 1: Se hace alusión al "monte Etna" y no al volcán Etna porque los romanos no conocían los volcanes. La primera noticia que tuvieron de ellos fue la erupción del Vesubio en el s. I d.C.

NOTA 2: Mientras en el hemisferio norte la madre Ceres nos abandona, en el hemisferio sur vuelve a la luz Proserpina, se reencuentra con su madre y resurge la primavera. Disfrutemos cada uno de la estación que nos toca.


*Rapto de Proserpina de Lucas Giordano. Foto sacada de Wikipedia.
**Vista del lago Pergusa. Foto sacada de internet.
***Detalle de cabeza de una diosa. Calco de la Academia de San Fernando. Madrid.
****Detalle del Rapto de Proserpina de Bernini. Foto sacada de internet.
*****Detalle de cabeza femenina. Calco de la Academia de San Fernando. Madrid.
******Flor del terebinto. Foto sacada de internet.

lunes, septiembre 20, 2010

NOS CONFORMAMOS CON POCO


¡Ea, poderoso Mercurio, mensajero de los dioses, ven cuanto antes a anunciarnos buenas noticias! Si no tienes muchas, que sea una sola. Y si esa sola no es buena del todo, nos conformaremos, no te haremos reproches. Es más, aunque no tengas noticias que darnos – ni buenas ni malas – preséntate: que sepamos al menos que los dioses existen.

* Dios Mercurio en una fuente de Villa Médici, Roma.

miércoles, septiembre 15, 2010

ENFADO

Dedicado a Helena


Marco se enfada por nada y siempre está furioso. Ni siquiera su esposa o sus hijas consiguen calmarlo. ¿Qué clase de animal eres, Marco, si ante unas manos como las de Marcela hasta los leones de amansan?

*Helena acariciando a un león. Jardines de Monforte. Valencia.

lunes, septiembre 13, 2010

ANTE EL MAUSOLEO DE CECILIA METELA

De Lolia a Lucila en Roma. Salud.

Acabo de regresar a Roma desde mi villa del valle de la Cafarella, Lucila querida, y al pasar por delante del mausoleo de tu abuela Cecilia, me ha asaltado el deseo de escribirte. He recordado cuántas tardes pasamos juntas ella y yo, charlando de nuestros hijos y nietos – ella estaba muy orgullosa de ti y de tu hermano–, de nuestros maridos, de los chismes de Roma que con frecuencia nos hacían reír. Te habrán repetido muchas veces que fue una gran mujer, una matrona ejemplar. Pero tú eras demasiado pequeña cuando murió para recordar que también era muy alegre y disfrutaba con las bromas.

Me ha venido a la cabeza un día de verano que nos refrescábamos en el jardín. Tú tendrías cinco o seis años y viniste gritando y llorando hasta donde estábamos nosotras porque, jugando cerca de una fuente, te había picado una avispa. Ella entonces derramó el agua de su copa en el suelo, formó un poco de barro y te lo puso en el cuello, sobre la picadura. Y te dijo: “No grites por tan poca cosa, porque puedes llamar la atención de los dioses. Y si los despiertas o los molestas, quién sabe los males que pueden lanzar contra ti. Ve enseguida a pedirle a tu pedagogo que te enseñe algunas invocaciones para aplacarlos y para agradecerles que la picadura haya sido sólo una”.

Tú te quedaste en suspenso, pero dejaste enseguida de gritar y te fuiste a cumplir sus indicaciones. Y entonces, ante mi mirada interrogativa, dijo: “Más vale que se vaya acostumbrando a conocer el humor de los dioses y a no quejarse. Piensa que dentro de pocos años Lucila tendrá un marido que se creerá un dios, o un héroe, o ambas cosas a la vez. ¡Le conviene estar muy entrenada en prodigar loores y alabanzas, en no irritarlo y aprender a aplacarlo si quiere gozar de una vida tranquila! He aquí un ejemplo práctico de la utilidad que tiene para las romanas la religión: se ha revelado fundamental para aprender a manejar a un marido”. Nos estuvimos riendo un buen rato.

Así era tu abuela. Y tu abuelo, aunque no tenía sentido del humor y casi nunca entendía las frases ingeniosas de ella, no solía disgustarse. Muchas veces pensé que la amaba, aunque ya sabes que el pudor de los hombres les impide manifestar su amor. Hoy, al detenerme un momento ante su tumba, mi mente me la ha representado como era hace quince años cuando, a pesar de estar muy enferma, con su jovialidad de siempre me decía: “¡Qué caras pagamos las contradicciones de los hombres!: no tendré más remedio que morirme para que mi marido pueda manifestarme su afecto gastándose una fortuna en mi mausoleo.”

Y, desde luego, se la gastó. Cuídate mucho, querida Lucila, y acuérdate de vez en cuando de mí.


NOTA: Los matrimonios eran acordados por los padres y, sobre todo en las clases altas, la indiferencia y las peleas entre los esposos eran lo habitual, aunque hubo parejas bien avenidas que se amaron. Viendo el maravilloso mausoleo que construyó para Cecilia Metela su marido, siempre he pensado que él debía quererla mucho. El mausoleo está datado del último cuarto del siglo I a.C. El marido de Cecilia era un Craso, probablemente nieto del Craso que formó un triunvirato con Julio César. En la edad media, este mausoleo se convirtió en la torre del homenaje de un castillo y se le añadieron las almenas que veis en lo alto.
No se conocen datos de la biografía de Cecilia Metela. La personalidad que aquí se refleja es completamente ficticia.

*Mausoleo de Cecilia Metela en la vía Appia. Roma.
**Avispa libando una flor. Valencia.
***Escultura de una niña. Museos Capitolinos. Roma.
****Flor en la terraza de Isabel romana. Valencia.

jueves, septiembre 09, 2010

AMAR DE NUEVO

Así reacciona Corina a las palabras de Ovidio:


No temo tanto a la belleza, madre Venus, como a las palabras. ¿Qué dios le ha dado el don de la elocuencia a ese joven, Ovidio? Arden mis oídos al escuchar sus súplicas, se rinden ante sus votos de amarme siempre y sin engaños. Tiembla, sin embargo, mi corazón. Él sabe, porque ha amado antes de ahora, que un soplo de viento basta para sepultar en el río del olvido un juramento de amor.

¡Cuánto mejor sería desoír sus peticiones y protegerme de un nuevo desengaño! Pero esta mañana, al despertarme, he puesto en un platillo de la balanza sus promesas y en el otro mi experiencia y, ¡ay!, sus promesas pesaban mucho más.


*Detalle de una escultura de Ariadna en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid.
**Flores en la terraza de Isabel romana.

miércoles, septiembre 08, 2010

DESEO DE AMOR

Así se expresa el poeta Ovidio, refiriéndose a Corina:

Justo es lo que pido: que me ame la joven que recientemente me ha cautivado, o que me dé motivos para que yo la ame siempre. ¡Ah! ¡he pedido demasiado!: que tan solo me permita amarla. Ojalá [Venus] Citerea haya escuchado tantas plegarias mías! Aquí tienes a alguien que será tu esclavo durante largos años; aquí tienes a alguien que sabrá amar con fe sincera.



OVIDIO.- “Amores”
Traducción de Vicente Cristóbal López.


De esta manera reaccionará Corina a estas palabras de Ovidio.

*Detalle de figura masculina. Exposición “La belleza del cuerpo” en el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ).
**Detalle de un friso de mosaicos en la iglesia de Santa María del Trastevere. Roma.


lunes, septiembre 06, 2010

SE ACABÓ LA INFANCIA

Contra los matrimonios infantiles que afligen aún a tantas niñas en tantas culturas. Ahora que las nuestras están para iniciar el curso, no las deberíamos olvidar.


Jugad, niñas, jugad. Os quedan ya pocas partidas antes de que las obligaciones os arranquen de la despreocupación y la alegría de la infancia. Pronto vuestros padres os buscarán maridos y entonces os estará prohibido el juego: al contrario, vosotras os convertiréis en juguetes de otros.

Os dirán que debéis ser dóciles e irá por delante una bofetada para que lo recordéis mejor. Las bofetadas y los golpes suelen ser muy instructivos. O quizá os ignorarán incluso a la hora de la comida: como sois jóvenes y fuertes os bastará con las sobras. O se acordarán de vosotras sólo por las noches o cuando a vuestros maridos les haga falta añadir, a los golpes y los abusos habituales, algún azote más para desahogarse. Hay que comprender que salir a ganarse el sustento, como hace él, resulta muy duro. ¡Y no protestes, si no quieres recibir más!

Jugad, niñas. Ahora sois las hijitas del corazón de vuestros padres. Luego, quizá no seréis nada. O menos que nada. O menos aún que menos que nada. Jugad mientras estéis a tiempo. Y pedid a la fortuna que os sea favorable en el juego y en la vida, puesto que ningún auxilio podéis esperar de vuestras familias ni de la sociedad.

NOTA: El maltrato que se describe aquí no se producía en la sociedad romana respecto a las mujeres libres. Un varón jamás habría pegado a una mujer libre, el maltrato a las romanas era desconocido. Sí era común, en cambio, el matrimonio en edades muy jóvenes, tanto de mujeres como de hombres. Hay que tener presente, no obstante, que la esperanza de vida en esa época era muy corta (la mayoría de mujeres moría antes de los 30) y la vida discurría mucho más deprisa que la nuestra. En cuanto a las esclavas, su suerte era desigual, pero generalmente solían ser objeto de uso y abusos sexuales. Este post, por tanto, no se refiere a esa sociedad romana, sino a la sociedad actual, donde tan implantado está el abuso institucionalizado y sistemático de las niñas. Y a ello contribuyen, desgraciadamente, sus propios padres.

*Dos muchachas jugando. Exposición “La belleza del cuerpo” en el MARQ de Alicante.
**Detalle de mosaico en la fachada de una iglesia en Roma.

jueves, septiembre 02, 2010

¿EN QUÉ PIENSAS?

¿En qué piensas, Marco, que acabas de pasar por mi lado sin verme siquiera? ¿Reflexionas sobre las lecciones de los filósofos, o es que desde la puerta del Senado has escuchado a Cicerón arremeter contra el cónsul Marco Antonio, y acabas de darte cuenta de lo dura que es la política en Roma? Si aceptas mi consejo, es éste: márchate. Vete a Atenas a aprender de los grandes maestros del pensamiento y de la retórica, refina tu espíritu con las obras de arte y búscate alguna mujer con la que pasar las noches. Y mientras la política siga siendo corrupta y esté envenenada, no regreses a Roma. Presérvate. Y vuelve cuando los romanos puedan hablarse cara a cara como hombres, sin insultos y sin que medien las mentiras y las armas, si es que llega ese día. Hazme caso. Pues ¿qué será de nosotros si los jóvenes sólo aprendéis lo peor?


NOTA: El 2 de septiembre del año 44 a.C. Cicerón pronunció en el Senado la primera Filípica, una serie de 14 discursos dirigidos contra Marco Antonio. La república romana vivía, desde hacía decenios, sumida en la corrupción.

NOTA 2: Queridos amigos, disculpad esta ausencia tan larga. ¡He estado en labores de enfermera! Nada importante, pero sin tiempo para nada... Os he echado muchísimo de menos.

*Detalle de cabeza masculina. Exposición “La belleza del cuerpo” en el MARQ de Alicante. Foto: Rafa Lillo.
**Detalle de la decoración de la puerta de entrada del Ospedale Santo Spirito in Sassia. Roma.